Inmunidad innata

Resumen: ¿Qué es la inmunidad? La inmunidad es un proceso fisiológico muy complejo de percepción de los cambios que tienen lugar dentro del organismo y de sus interacciones con otros organismos y sustancias externas encaminado a colaborar de forma primordial en su desarrollo embrionario, en el mantenimiento de su homeostasis, en el establecimiento de su identidad individual y en su integración en el ecosistema. Entre todas estas acciones, la más conocida ha sido y es la de la defensa frente a las infecciones.


Los elementos clase de la inmunidad innata son las barreras físicas y químicas que evitan la infección, proporcionado por las capas de células epiteliales de la piel, tejidos mucosos, sudor, lisozimas-lagrimas y acidez estomacal.



Inmunidad Innata:

La inmunidad se divide en innata (conocida como natural o no específica) y en adquirida (también conocida como adaptativa o específica). La innata constituye la primera línea de defensa inmunológica contra los microorganismos y se caracteriza por poseer mecanismos efectores, los cuales se activan en forma rápida y vigorosa frente a un estímulo infeccioso.

La inmunidad innata es un sistema primitivo que ha estado presente en plantas y animales invertebrados durante miles de años. Las células de este sistema reconocen y responden a patógenos de forma genérica, y a diferencia del adaptativo, no confieren inmunidad. Las primeras defensas de la inmunidad innata con las que se enfrentan los microorganismos al intentar penetrar en el huésped son las barreras de la piel, las mucosas y los productos químicos antimicrobianos. Si logran superar esta protección se enfrentarán a una segunda línea de defensa formada por los fagocitos (polimorfonucleares y macrófagos), el sistema del complemento, las células asesinas naturales o NK (Natural Killer) y ciertas citocinas. Todo este proceso se acompaña de una inflamación que facilita la migración de los fagocitos desde los vasos sanguíneos al sitio de la infección.


Inflamación local: Principales acciones de la respuesta inmune innata en la que se observa como ante una herida, las bacterias pueden atravesar la epidermis en cuyo caso son destruidas por intervención del complemento, las células fagociticas, NK y otros factores como interferones.


Inflamación:

La inflamación es una de las primeras respuestas del sistema inmunitario a la infección o la irritación; la inflamación es estimulada por la liberación de factores químicos y sirve para establecer una barrera física contra la propagación de la infección, y para promover la recuperación de algún tejido dañado siguiendo el aclaramiento de los patógenos.
Los factores químicos producidos durante la inflamación (histamina, bradicinina, serotonina, leucotrienos) sensibilizan los receptores de dolor, causan vasodilatación de los vasos sanguíneos en la escena, y atraen fagocitos, especialmente neutrofilos. Luego, los neutrófilos disparan otras partes del sistema inmunitario mediante la liberación de los factores quimiotácticos para otros leucocitos y linfocitos. La respuesta inflamatoria está caracterizada por el siguiente quinteto de síntomas: enrojecimiento, calor, hinchazón, dolor y posible disfunción de los órganos o tejidos involucrados.

El sistema de complemento se refiere a un grupo de proteínas séricas que cooperan con los sistemas inmunitarios tanto innato como adaptativo para eliminar agentes patógenos de los tejidos.



Sistema de complemento:

El sistema del complemento es una cascada bioquímica del sistema inmunitario que ayuda, o “complementa”, la habilidad de los anticuerpos de depurar patógenos o marcarlos para la destrucción por otras células. La cascada está compuesta por muchas proteínas plasmáticas, sintetizadas en el hígado, primariamente por los hepatocitos. Las proteínas trabajan juntas para:
  • Disparar el reclutamiento de las células inflamatorias.
  • Marcar patógenos para su destrucción a cargo de otras células por opsonización, o recubrimiento, de la superficie del patógeno.
  • Trastornar la membrana plasmática de una célula infectada, resultando en la citolisis de la célula infectada, causando la muerte del patógeno.
  • Librar al cuerpo de los complejos antígeno-anticuerpo neutralizados.
Los elementos de la cascada de complemento pueden ser encontrados en muchas especies evolutivamente más viejos que en los mamíferos incluyendo las plantas, aves, peces y algunas especies de invertebrados.





Opsonización: La opsonización implica la unión de una opsonina, en especial, un anticuerpo, a un receptor en la membrana celular del patógeno.Tras la unión de la opsonina a la membrana, los fagocitos son atraídos hacia el patógeno. La porción Fab del anticuerpo se une al antígeno, en tanto que la porción Fc del anticuerpo se une al receptor Fc del fagocito, facilitando la fagocitosis.







Células principales de la Inmunidad innata:



  • Fagocitos: Los fagocitos que participan en la respuesta inmune innata son neutrófilos y monocitos/macrófagos. Ambos proce­den de un precursor común, la CFU-GM (Colony Forming Unit-Granulocyte Macro.phage) o unidad formadora de colonias de granulocítico-macrofágicas de la médula ósea. Una de las citocinas responsables de la activación de estos grupos celulares es el factor estimulante de colonias de granulocitos y monocitos.
  • Monocitos/Macrófagos: Los monocitos se producen en la médula ósea y de allí son liberados al torrente sanguíneo, en donde circulan durante 24 horas hasta llegar al lugar de residencia permanente en algún tejido donde se convierten en macrófagos tisulares (Kupffer en el hígado, osteoclastos en el hueso, microglia en el sistema nervioso, histiocitos en los tejidos y muchos más). Estas células sobreviven dos a cuatro meses y están especialmente adaptadas para luchar contra virus, bacterias y protozoarios intracelulares. Los macrófagos expresan receptores de superficie denominados “receptores de reconocimiento de patrones” o PRR (Pattern-Recognition Receptors), que son capaces de reconocer a los PAMP (Pathogen-Associated Molecular Patterns) de los microorganismos.
  • Neutrófilos: Los fagocitos neutrófilos responden rápidamente ante una agresión tisular y son los primeros en llegar al sitio de la inflamación. Poseen un núcleo multilobulado, así como abundantes enzimas lisosómicas y agentes bactericidas que se liberan cuando se requiere eliminar y digerir a un microorganismo invasor. Los neutrófilos maduran en la médula ósea, donde permanecen durante unos cinco días y luego pasan al torrente sanguíneo con un período de supervivencia muy breve (no mayor de 12 horas). Si durante su vida son requeridos por un tejido inflamado, éstos migran a través de la pared de los vasos sanguíneos y una vez en el tejido, lisan las bacterias al liberar mediadores que producen inflamación. Los neutrófilos no presentan el fenómeno de recirculación (como los linfocitos), sino que una vez que son liberados desde la médula ósea emigran hacia focos inflamatorios en donde finalmente mueren. En condiciones de no inflamación, generalmente los neutrófilos tienen  como destino final el bazo, órgano en donde abundan los macrófagos que pueden eliminarlos.

Además de servir como barreras físicas, la piel y las capas epiteliales mucosas y glandulares son definidas contra la colonización microbiana por diversos mecanismo mecánicos (cilios, flujo de líquido, contracción de músculo liso), químicos (enzimas, péptidos antimicrobianos) y celulares (macrófagos resistentes y células dendríticas).







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